Otra mala costumbre terrícola es la de disponer del tiempo del otro, sin importarle más que sus propios tiempos. Esperan que uno esté a su servicio aunque no esté en servicio.
La urgencia tiene que satisfacerse en el momento. No hay capacidad de espera, ni noción de los tiempos del otro.
Un ejemplo:
Domingo. Once y veinte de la noche. Pasaron veinte minutos del cierre del local, la persiana está hasta la mitad, y casi todas las luces apagadas. Estoy juntando las cosas para llevar a mi casa, y lista para irme cuando veo una persona agachada, y golpeando la puerta. Me acerco, abro la puerta. El chico me pregunta si puede llevarse algo de comida, a lo que le respondo que sí le puedo vender cosas de tienda, pero que comida no.
- ¿Y no me puedes preparar ocho burritos?
- Es una broma.
- No. Quiero ocho burritos.
Sonrío.
- ¿Qué, no se puede?
- No, mi vida, hace más de veinte minutos que cerramos, y como verás, no tengo nada para preparar.
- Pero ¿no te queda nada?
-Sí, ganas de irme.
Broche de humor para terminar la semana.
La urgencia tiene que satisfacerse en el momento. No hay capacidad de espera, ni noción de los tiempos del otro.
Un ejemplo:
Domingo. Once y veinte de la noche. Pasaron veinte minutos del cierre del local, la persiana está hasta la mitad, y casi todas las luces apagadas. Estoy juntando las cosas para llevar a mi casa, y lista para irme cuando veo una persona agachada, y golpeando la puerta. Me acerco, abro la puerta. El chico me pregunta si puede llevarse algo de comida, a lo que le respondo que sí le puedo vender cosas de tienda, pero que comida no.
- ¿Y no me puedes preparar ocho burritos?
- Es una broma.
- No. Quiero ocho burritos.
Sonrío.
- ¿Qué, no se puede?
- No, mi vida, hace más de veinte minutos que cerramos, y como verás, no tengo nada para preparar.
- Pero ¿no te queda nada?
-Sí, ganas de irme.
Broche de humor para terminar la semana.
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