domingo, 28 de septiembre de 2008

Errar es inhumano

A los dieciocho años uno no tiene idea de la vida, y hace y dice cosas de las que después se arrepentirá eternamente. O al menos, eso es lo que me pasó a mí.

Ahora, veintidós años después, me arrepiento de haber dicho “Gracias mami por todo, pero ahora que soy mayor de edad, voy a trabajar y a pagarme mis propios gastos”.

¡¿Quién me mandó decir semejante cosa?! ¿Por qué fui tan tonta? Si tendría que haber hecho lo que hacen los pibes de hoy en día, que son estudiantes eternos por los siglos de los siglos.

Ya estoy cansada de trabajar, y todavía me faltan veinticinco años más. Si ahora estoy así, a los sesenta y cinco no llego.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Saludos


La forma de comportarse del ser humano es tan rica que merece ser contada. La mayoría de nosotros pasa muchas horas relacionándose con otros. A lo largo del día estamos en contacto con muchos otros personajes como nosotros.

A fuerza de pasar varias horas tras un mostrador voy agrupando experiencias y, hasta me permito hacer algunas generalizaciones.

Como soy una persona con muchos años encima, poseo algunos conceptos un tanto perimidos, pasados de moda. Uno de ellos es el saludar cuando entro a algún lugar. Buenos días, buenas tardes, buenas noches, hola o lo que sea. Y este concepto que tanto me recalcaron mis padres en mis primeros años, parecieran que van quedando obsoletos a medida que el tiempo va pasando. Lo observo a diario. He aquí algunos ejemplos:

Uno: Entran dos personas. Ellos 1: “…”, ellos 2: “…”, yo: “…” Cuando ya decidieron qué pedir, ellos 1 dice: “Hola, quiero equis”, yo: “hola, muy bien”, ellos 2: “hola, quiero zeta”, yo: “hola, muy bien”. No siempre responden a este perfil los extranjeros, aunque muchos de ellos pertenezcan a este grupo.

Dos: Entran tres personas; una saluda y dos, no. “La que saludó va a pedir algo, los otros son acompañantes”, pienso. Mientras quien saludó pide algo, los otros dos buscan dónde esconderse de mi vista, se mantienen unos pasos por detrás, se sientan dándome la espalda. Se confirma mi sospecha aunque no les pregunte (como a veces hago): “y ustedes, ¿qué van a querer?” (“Ah, no, nada” es la respuesta más usada).

Tres: Si soy yo quien saluda (¡esa necesidad de hacerme notar! ). Yo: “Hola”, El otro: “No, estoy mirando”, yo: “Hola”, El otro: “estoy mirando”. Conclusión: confunde términos, cree que “hola” es igual a “¿qué desea?”

Claro está que no todos entramos en estas tres categorías, hay una cuarta que es la esperable (para mí); pero dentro de esas tres ya mencionadas y/o ejemplificadas hay muchas variantes.

Presentación

Una imagen vale más que mil palabras. Yo prefiero las mil palabras. Son confusas, ambiguas, pero tienen música, cadencia.

Con ellas, podemos decir tanto mentiras como verdades, cada quien las utiliza como más le plazca. Por eso me propongo contar con palabras situaciones cotidianas. Sólo con imágenes, sería casi imposible.