martes, 7 de octubre de 2008

Cocina de turno

Otra mala costumbre terrícola es la de disponer del tiempo del otro, sin importarle más que sus propios tiempos. Esperan que uno esté a su servicio aunque no esté en servicio.
La urgencia tiene que satisfacerse en el momento. No hay capacidad de espera, ni noción de los tiempos del otro.

Un ejemplo:
Domingo. Once y veinte de la noche. Pasaron veinte minutos del cierre del local, la persiana está hasta la mitad, y casi todas las luces apagadas. Estoy juntando las cosas para llevar a mi casa, y lista para irme cuando veo una persona agachada, y golpeando la puerta. Me acerco, abro la puerta. El chico me pregunta si puede llevarse algo de comida, a lo que le respondo que sí le puedo vender cosas de tienda, pero que comida no.
- ¿Y no me puedes preparar ocho burritos?
- Es una broma.
- No. Quiero ocho burritos.
Sonrío.
- ¿Qué, no se puede?
- No, mi vida, hace más de veinte minutos que cerramos, y como verás, no tengo nada para preparar.
- Pero ¿no te queda nada?
-Sí, ganas de irme.


Broche de humor para terminar la semana.

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